Había una vez una liebre muy pero muy lenta, la más lenta de todas las liebres, una liebre que una vez quiso jugarle una carrera a una tortuga velocísima, una tortuga que andaba más rápido que cualquier otra tortuga del mundo.
¿Quién ganó la carrera?
Nadie.
Las dos murieron aplastadas por un camión con acoplado en el kilómetro 12,300 de la ruta 9.
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